El misterioso caballero del corazón acorazado

Te voy a contar un cuento en hetero singular. Es decir, tal como se cuentan los cuentos tradicionales: él se enamora de ella y ella de él. Pero puedes cambiar el género y el sexo de los personajes si no te identifica el mundo hetero.

Érase una vez, hace mucho tiempo (o quizás fue ayer), en un país lejano (o quizás fue aquí mismo) vivía un noble caballero que andaba siempre ayudando a todo el mundo pero nada sabía nadie de él ni de su vida. Corría arriba y abajo a lomos de su blanca jaca con el único propósito visible de ayudar a quién lo necesitara. Todas las mozas (y algunos mozos) suspiraban por el misterioso caballero. ¿De quién sería su corazón? Se preguntaban. ¿Habría amado alguna vez? ¿Habría llorado jamás por algo?

Alto, guapo, elegante, silencioso, hermético y además valiente, intrépido y el más galante de todos los galantes mundiales. Se decía popularmente que la mujer que lo cazara sería afortunada….

Y finalmente sucedió lo que parecía imposible: el misterioso caballero conoció a una mujer (posiblemente hermosa porque así van los cuentos) que parecía desvalida y vulnerable y muy pero que muy sexy y amorosa.

Si te gustan las princesas puedes poner en este personaje un atuendo de corte real y toda la pinta de estar atrapada por su padre o un dragón, qué se yo. Pero también podría ser una campesina pobre que no da par alimentar a sus retoños o una prostituta a la que salvar de las fauces de los puteros.

Sea como fuere ésta era una mujer tan ocupada con sus cosas que no tenía mucho tiempo para pararse a suspirar por él.


Éste es el principio del relato. Ahora vendría el nudo. Pero en esta historia no importa. Te lo puedes inventar tú según los personajes que hayas creado. Y, para más inri resulta que el final que diría “Y vivieron felices y comieron perdices” lo vamos a alargar un pelín. Siempre me ha disgustado la idea de comer perdices y supongo que por eso nunca he terminado los cuentos donde se suponía. Así que vamos a espiar silenciosamente la vida de pareja de estos dos personajes que se han encontrado, se han enamorado y se han empachado de perdices.

Pues resulta que al cabo de un tiempo de luna de miel, sexo salvaje y tántrico y purpurinas en las heces, la princesa/puta/campesina se da cuenta de que el corazón del misterioso caballero sigue acorazado, pero ella se dice a sí misma que será la heroína de la segunda parte del cuento salvando al pobre caballero, accediendo a su corazón y liberándolo de las cadenas que lo oprimen. Y batalla tras batalla (porque la relación se convierte en una dolorosa batalla entre dos niños heridos) la princesa/puta/campesina acumula a sus espaldas cada vez más derrotas. Poco a poco se va marchitando, desquiciando, agotando. Y el caballero empieza a cojear cada vez más sintiéndose perdido y desorientado (cosa que no le pinta nada a al héroe de una gesta caballeresca).

Entre estos dos personajes, se establece una relación tóxica de codependencia en la que ella deja de mirarse sus heridas para volcarse en las de él con el único fin de salvarle. Y, entre tú y yo, también el de no ver por qué elige estar atrapada en una relación con una persona inaccesible. Pero él no quiere ser salvado. Entre otras cosas porque el personaje construido con los años es muy fuerte y para desmontarlo tendría que mirarse sus propias heridas. Cosa que duele mucho más que cabalgar melena al viento salvando a adorables doncellas.

¿Sabes cual es el final? ¿Crees que la prota consigue acceder al corazón del héroe y salvarlo? Pues en este punto de los cuentos es donde a mi imaginación le da siempre un arrebato violento de realismo. Así que el final tiene dos opciones:

  1. O eligen cada uno mirarse sus mierdecillas propias e integrarlas para poder abrir sus corazones y relacionarse desde dos adultos que se responsabilizan de si mismos;
  2. O, la doncella desata a la Kali que todas llevamos dentro y se separan con un desgarro terrible
  3. O encierran los dos sus corazones en una mazmorra pestilente y siguen cohabitando en tono sepia.

1 Comment

  1. Opción 4 – Abren la relación y se pasan al poliamor (o a cualquiera de sus variantes) para así poder seguir evadiendo la toma de responsabilidad de sus heridas y poder seguir jugando al juego de ocultarse y intimar sin abrir sus corazones. Sumándose así a nuevas narrativas para nuevos tiempos.

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