Femenino y Masculino: el agua y el cauce
Shiva-Shakti, Yin-Yang, Femenino-Masculino
Ilustración de Ardhannarishvara. Uno indivisible de donde provienen los dos principios: Shiva y Shakti

Cuando hablo de principio femenino y de principio masculino, no estoy hablando para nada de hombre y mujer sino de los dos opuestos complementarios e interdependientes cuya unión crea la vida. Cuya unión es la creación misma. A estos dos principios les puedes llamar Yin y Yang, Shiva y Shakti, femenino y masculino, blanco y negro o patatim y patatam. Son sólo nombres.

Estos dos principios son opuestos ya que son diametralmente diferentes; son complementarios porque ambos, juntos, conforman la Unidad, que no existe sin una de sus partes primordiales; y son interdependientes ya que uno sin el otro no existe, no tiene sentido ni razón de ser. Su relación e interacción es la que mueve el mundo. Su equilibrio es el que permite el equilibrio de todo. Y por lo tanto es el que permite la existencia.

No hay día sin noche ni luz sin oscuridad. No hay acción sin inacción. Movimiento sin quietud. Sonido sin silencio. Sólo podemos apreciar la calidad de la música porque nace del silencio. Sólo podemos distinguir el día porque brota de la noche. Y la luz en el mundo genera sombras. La montaña tiene una ladera solana porque tiene otra sombría. Si elimináramos una de las dos laderas, la montaña se derrumbaría.

Todas las personas somos un sistema en constante búsqueda de este equilibrio. Una balanza que se mueve ante todo, en nuestro interior. Más allá de roles de género, identidades sexuales, orientaciones del deseo, genitalidad, etc., en nuestro interior hay dos principios que se relacionan entre sí y conforman nuestra manera de ser, actuar, movernos, relacionarnos,… Una relación que crea el sustrato para moldear nuestra salud. Seremos, sentiremos y viviremos diferente según nuestros dos principios se relacionen de una manera harmoniosa o estén en perpetua lucha; según si uno oprime, juzga, ignora al otro o en cambio se reconocen mutuamente y, como se dice en el Tantra, si hacen el amor entre ellos.

Cuando hablo de principio femenino y de principio masculino, no estoy hablando para nada de hombre y mujer sino de los dos principios que al unirse crean la vida, lo vemos incluso en la naturaleza. Tenemos hasta marihuanas que llamamos hembra y otras macho por su rol en la interacción mutua y no nos ponemos las manos en la cabeza. Yo, como sistema completo que soy, tengo un principio al que llamo femenino (pero si te crea cortocircuitos mentales puedes llamarle Yin, Shakti, Patatim,…) que es receptivo, magnético, ondulante, circular, cíclico, cambiante, oscuro, emocional, etc. Y otro, masculino, shiva, yang, patatam, que es mi dirección, mi acción, la verticalidad, la erección, la consciencia que observa, la luz,… Y todas estas características sólo se dan en cada principio porque existe su opuesto complementario interdependiente en relación constante.

Mi femenino es la energía que fluye por mi cuerpo, por mi envoltorio, Y mi principio masculino es la consciencia que observa, la presencia que es consciente de que esa vida está aconteciendo dentro de mí. Ese sostén que acoge la energía para que despliegue su calidad nutricia y no me arrastre sin forma hacia el caos.

Yo soy el río. Mi femenino es el agua y mi masculino es el cauce. Sin uno u otro, no hay río.

Depende de cómo sea esta relación interna, así será lo que me acontece fuera de mí y con otras personas. Cuando dos personas se encuentran en relación, en intercambio energético,

Unión Sagrada de lo Masculino y lo Femenino
La Unión nutricia y sagrada entre Shiva y Shakti debe acontecer ante tod dentro de cada une

hay un diálogo, un baile, entres sus principios femenino y masculino. Independientemente de su sexo, género, orientación, etc. Cuando eso sucede entre dos personas que se sienten encarnando cada uno de ellos un principio… es decir, entre una persona nacida con sexo masculino y que se identifica con el género “hombre” y otra nacida con sexo femenino y que se identifica con el género “mujer”, ese intercambio es (digamos) más claro y tipificado, más acorde con la narrativa social a la que estamos acostumbrados. Cuando un hombre y una mujer cis (para simplificar) se encuentran en intimidad e intercambio energético, el hombre suele alinearse con su condición de encarnación de lo masculino y la mujer con la del femenino.

Pero ¿Qué ocurre cuando se encuentran dos hombres o dos mujeres o personas trans, géneros fluidos, etc? Siempre que nos encontramos dos personas independientemente de todas esas etiquetas que necesitamos para visibilizar nuestra condición, siempre, hay el mismo baile o diálogo de principios opuestos complementarios interdependientes para que se produzca la polaridad, química, atracción sexual, etc. Simplemente cuando salimos de la heteronorma, la invitación de la vida y de nuestra energía en relación con la de la otra persona, es a observar qué sucede, cómo se equilibran, relacionan, comunican, atraen, etc.

La narrativa mística ancestral que nos ha llegado a nuestras vidas modernas ha cruzado miles de años de patriarcado por lo que su narrativa común es heteronormativa. Pero mi invitación es a que ese hecho no nos limite sinó que sea una invitación a transgredir, a investigar, a nutrirnos de estas prácticas superando constructos mentales de cualquier tipo. Sean patriarcales o anti-patriarcales.


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