La oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, juega un papel crucial en la creación de vínculos y en la generación de bienestar emocional. Esta hormona se libera de manera natural durante momentos de cercanía y confianza, como los que se viven en los círculos de mujeres. Estos espacios sagrados, llenos de empatía y comprensión, son ideales para la producción de oxitocina, fortaleciendo las conexiones entre las participantes y creando un ambiente de apoyo y cariño genuino.
La oxitocina también está íntimamente relacionada con el sistema nervioso y el orgasmo. Durante el clímax sexual, se produce una liberación masiva de oxitocina que contribuye a una sensación de relajación y satisfacción profunda. Esta hormona ayuda a reducir el estrés, bajar la presión arterial y promover un estado de calma y felicidad. En los círculos de mujeres, aunque el contexto no sea sexual, la cercanía y la intimidad emocional pueden desencadenar una liberación similar de oxitocina, promoviendo la salud integral y el equilibrio del sistema nervioso.
El amor, facilitado por la oxitocina, actúa como un antídoto natural contra el miedo, asociado con la adrenalina. Mientras que la adrenalina prepara nuestro cuerpo para una respuesta de lucha o huida, la oxitocina fomenta la calma y la conexión. En el contexto de la sexualidad femenina, esta diferencia es crucial. La sensación de seguridad es esencial para que una mujer pueda abrirse al placer. Cuando se siente segura y amada, su cuerpo produce oxitocina, lo que reduce los niveles de adrenalina y permite que el placer fluya de manera más libre y profunda.
Comprender cómo funciona el sistema oxitocínico, cómo actúa en el cuerpo, cómo favorecerlo y cómo identificar a través de él cuando nuestro sistema está en un entorno que favorece al orgasmo y cuando no. Este es uno de los propósitos de los encuentros entre mujeres. Porque en ellos es más fácil estar en segurirdad y poder explorar el sistema oxitocínico en el propio cuerpo.
La sororidad, entendida como la hermandad entre mujeres, es un concepto fundamental en estos encuentros. En los círculos de mujeres, cada participante tiene la oportunidad de compartir desde el corazón, despojándose de las máscaras sociales y mostrando su verdadera esencia. Este acto de apertura y vulnerabilidad no solo nos libera, sino que también nos une profundamente. La magia de la oxitocina reside en su capacidad para fortalecer estos lazos, creando un tejido humano de relaciones significativas y duraderas.
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