Sexualidad cíclica

Cuando hablamos de sexualidad femenina debemos tener en cuenta una parte de ella muy importante y es la naturaleza cíclica de las mujeres.
Para la mayoría de la gente, el ciclo menstrual femenino se compone de dos fases: una semana en la que “no hay quién la aguante” seguida de unos días de dolor e ibuprofeno. Y otra de normalidad
¿Normalidad para quién? ¿Según qué parámetros? ¿Quién decide qué es lo normal y qué no lo es?  ¿Qué significa la palabra normal?
Según la definición de la Real Academia de la Lengua:

  1. adj. Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural.
  2. adj. Que sirve de norma o regla.
  3. adj. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.[i]

Por lo tanto, podemos decir que en nuestra sociedad consideramos que el estado natural de una mujer es cuando no está ni menstruando ni en la semana anterior. O que su comportamiento cuando está en fase ovulatoria o pre-ovulatoria “se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano” y cuando está menstruando, no se ajusta a las normas sociales.

SALUD NORMAL
En cuanto a la salud sí podemos estar todos de acuerdo en que la “normalidad” o estado natural de los seres vivos es la ausencia de dolor. Lo “normal” es no sentir dolor. Si lo hay es que algo no funciona. Hasta aquí incluso las más dispares medicinas del mundo están de acuerdo.
Entonces ¿Por qué la mayoría de mujeres sufren dolores cuando menstrúan? ¿Por qué no es normal menstruar? ¿Es la menstruación una enfermedad? ¿Un desequilibrio innato de un cuerpo que es defectuoso por el mero hecho de ser femenino? Si naces hombre no tienes este defecto de fábrica; si naces mujer sí; si naces con otro sexo… a saber…
¿O es parte de la maldición bíblica escrita en el Génesis, cuya interpretación eclesiástica incluye pago que deben hacer todos los seres de sexo femenino por los siglos de los siglos por engañar a Adán y perder la vida en el paraíso?
Más allá de sinsentidos léxicos y maldiciones bíblicas, el sentido común induce más bien a pensar que si todas las mujeres del mundo menstrúan, será algo normal en el sexo femenino… y si es normal ¿por qué tiene que doler?
Pues bien. No tiene que doler. Si duele es que hay un problema. No es normal. Así que le damos la vuelta totalmente a lo sentenciado ya que la “norma” en nuestra sociedad no es lo “normal” en un cuerpo de mujer. Y es que en nuestra cultura (y muchas otras) la vivencia de un cuerpo sexuado como femenino no es sana. Está fuertemente reprimida y la represión crea enfermedad[ii]. Las mujeres “modernas” estamos (casi) todas enfermas. Sí, señoras, así es. Antes de poner cara de “ésta está loca” y pasar a otro artículo, dejadme que os cuente algunas cosas del cuerpo cíclico femenino.
Las fases de una mujer no son dos (normal e insoportable/con dolor). La mujer es cíclica y cada ciclo se puede dividir en cuatro fases. Todas naturales. Un ciclo muy similar al de las estaciones del año, al de las fases lunares, al de las mareas,.. donde todas las fases son “normales”.
Estas fases son: la ovulación, la fase pre-menstrual, el sangrado y la fase pre-ovulatoria. Y en cada una de estas fases, el cuerpo de la mujer cambia regido por el sistema hormonal.
“Según Bennett y Pope, las fluctuaciones en los niveles de las hormonas sexuales provocan cambios en el metabolismo, la temperatura, la retención de líquidos y el peso corporal, las necesidades nutricionales, el nivel de azúcar en sangre, el ritmo cardíaco, la capacidad pulmonar, el sistema inmunitario, la piel, la orina, el umbral del dolor, las ondas cerebrales, la necesidad dormir, la vitalidad, los sentidos, los pechos, el moco cervical, el cuello del útero, la medida y color de la vulva, el deseo y la respuesta sexual, entre muchas otras.”[iii]
Y, evidentemente, como el estado emocional no es sólo el hilo conductor de un libro de psicoanálisis, sino una parte importantísima e indivisible de cualquier fenómeno vivencial y físico, en cada fase cambia. Algunas veces casi imperceptiblemente, otras más evidente. ¿De qué depende? De muchos factores. Uno de ellos: la aceptación personal y por parte del entorno de los cambios cíclicos de cada mujer.

LAS MAREAS
Para la sexóloga Anna Salvia, autora del recomendadísimo libro Viaje al ciclo menstrual, el ciclo femenino es un vaivén comparable con los movimientos de las mareas. La pre-ovulación y ovulación es la subida de la marea, una apertura progresiva hacia el mundo exterior. Hay fertilidad, expansión, apertura al mundo,… Y siempre va seguida de la bajada, que es el recogimiento hacia una misma, la introversión, el sangrado y expulsión de lo que ya no será una vida. “En este vaivén hay dos fases dinámicas, en las que pasamos del recogimiento más íntimo a la máxima apertura al mundo exterior culminadas por dos fases de plenitud, de llegada y disfrute del esplendor de ese estado antes de volver a bailar hacia el extremo opuesto.”[iv] Todos las fases de este vaivén son naturales y necesarias: la marea no sube si antes no baja.

PRIMAVERA Y VERANO DE SUBIDÓN
También estas fases se pueden comparar con las estaciones del año: primavera=pre-ovulación=marea subiendo, verano=ovulación=pleamar, otoño=pre-menstruación= marea bajando, invierno=menstruación=bajamar.
Y a nivel emocional a cada fase se le ha atribuido un arquetipo que la identifica:
La Fase Pre-ovulatoria se llama Fase de la Arquera: nos llenamos de vigor y energía. Estamos para fuera, con ganas de relacionarnos y divertirnos, de vernos bonitas y de jugar con nuestra sexualidad. Nos sentimos libres, ligeras, ágiles y rejuvenecidas. Sube la marea y florece nuestra primavera interior. Predomina nuestra parte racional y analítica.
En la Fase de la Madre, cuando ovulamos, nos resulta fácil entendernos y comunicarnos con los demás. Nos sentimos bien con nosotras mismas, seguras y en armonía con la vida. Es una fase de plenitud veraniega, de marea alta.
INTROSPECIÓN E HIVERNACIÓN
Si el óvulo no es fecundado, entramos en la Fase de la Hechicera, en la que nos adentramos con la marea baja a nuestro mundo interior. Estamos más sensibles y nos cuesta reprimir la expresión de nuestras emociones y necesidades, lo cual a veces, nos puede llevar a un aumento del conflicto en nuestras relaciones. Todo se vuelve más confuso y disminuyen nuestra energía y vitalidad. Disminuye nuestra capacidad de concentración porque gana terreno nuestra parte emocional e intuitiva.
Esta fase dinámica acaba culminando en la Fase Menstrual o Fase de la Bruja en la que nos retiramos a nuestras profundidades en un estado muy intuitivo y muy poco racional. Sentimos las emociones a flor de piel, una extrema sensibilidad y el pensamiento desordenado. Tenemos poca energía con picos fuertes de actividad. Nuestra sexualidad y belleza son intensas, profundas , espirituales y salvajes. Buscamos nuestro placer más que el complacer a los demás, nos sentimos conectadas con la naturaleza y tenemos necesidad de transcendencia.
Es una fase en la que nos deshacemos de lo viejo y dar paso a nuevas ideas y percepciones. A muchas mujeres nos da por limpiar y poner orden en el exterior. Esto nos ayuda a revisar nuestra vida, ver qué es lo que ya no nos sirve y qué es lo que queremos. Un gran momento de refundación de nuestra vida cuyas conclusiones se materializarán en las fases de Arquera y Madre.
En esta fase deseamos por encima de todo acurrucarnos en la cama, que nos mimen. Encontrar, dentro de nuestros horarios momentos a solas para dibujar o escribir lo que nos viene a la cabeza, sin control ni represión y revisar las creaciones en las fases de marea alta es altamente enriquecedor y nos ayuda a seguir un ritmo natural y por lo tanto el nuestro propio de crecimiento y creación. En algunas culturas matrifocales, se creía que las mujeres durante esta fase se comunicaban directamente con lo divino y sus visiones eran tomadas como mensajes de los dioses.

POR QUÉ DUELE
El cuello del útero o cérvix es una puerta de entrada y salida del útero a la vagina. Si, con la ayuda de un espéculo miramos la vagina por dentro podemos ver al final una forma parecida al glande de un pene. Este es el cérvix. Se abre cuando el cuerpo quiere que entre o salga alguna cosa del del útero (menstruación, semen o bebé) y el resto del tiempo se mantiene cerrado para protegerlo. Una parte importante de los dolores que sentimos durante la menstruación, la ovulación o el parto son debidos a estas contracciones del útero para abrir la puerta. LA falta de conciencia de este órgano, la represión sexual femenina y la censura cultural de movimientos y posturas que lo tonifiquen provoca que prácticamente sólo se utilice intensamente en la apertura de la puerta, por lo que las contracciones provocan dolorosos calambres. Es como cuando usamos intensamente cualquier otro músculo después de un tiempo de no utilizarlo: duele. Y como con cualquier otro músculo, lo que hay que hacer es tonificarlo.
También es importante relajarse cuando éste se mueve. No estar en tensión.

[i] www.rae.es

[ii] En el cuerpo, en la mente y en la sociedad

[iii] Anna Salvia. Viaje al ciclo menstrual

[iv] idem